Quienes creen que se puede beber leche sin matar al ternero no son conscientes que, si bien matar es malo, peor es hacer daño y luego matar; lo peor de todo es hacer daño, continuar haciendo daño y, sin embargo, no matar. Algunos dolores llegan a ser tan insoportables que pueden hacer que el matar parezca casi un acto compasivo, y sin embargo, seguimos ignorando el enorme dolor, el sufrimiento y la separación traumática que padecen las vacas y sus crías en los sistemas intensivos para producir la carne o la leche destinada al consumo humano, en medio de unas condiciones de hacinamiento y privación, psíquica y fisícamente intolerables, que incluyen también la administración de productos químicos para garantizar un engorde rápido.
Antiguamente, antes del inicio de la agricultura intensiva y de la introducción de los piensos y forrajes concentrados en la alimentación de las vacas, los granjeros que no podían mantener vivas a muchas vacas durante el invierno -debido principalmente a la escasa demanda de leche líquida que había- organizaban grandes matanzas que hacían bajar el precio de la carne. Los granjeros utilizaban la leche para hacer mantequilla y queso, pero el instinto que aún tenían las madres entonces -con abundante leche para amamantar a sus crías- les hacía rechazar y considerar la leche de vaca como un alimento inadecuado para sus hijos que, en caso de perder a sus madres, eran alimentados por madres nodrizas.
Esta situación fue cambiando gradualmente a partir de finales del siglo XVIII, cuando los doctores empezaron a recomendar preferentemente la leche de vaca en detrimento de la leche humana aportada por madres nodrizas, que a menudo eran causa de conflicto en el hogar. Al comprobar las madres que sus crías crecían más y más rápido, y sobre todo que a sus bebés no les salían cuernos ni cola como a las vacas, se fue debilitando su oposición instintiva a adoptar la leche de un animal de otra especie, naciendo así una industria que depende para su éxito comercial de la manipulación y degeneración física de las vacas, que han pasado de tener 3 litros de leche al día, para uso exclusivo de su cría, a producir 30 litros diarios, llegando a pesar su ubre llena hasta 50 kilos. Por lo que no es de extrañar que el 20% de las vacas lecheras estén cojas, o que el 25% sufran infecciones como laminitis o mastitis, debido a las condiciones hostiles y antinaturales del medio en el que se encuentran (que hacen que la leche contenga una cierta cantidad de sangre y pus). La esperanza de vida de la vaca se ve así sensiblemente reducida a causa del desgaste de las enfermedades que padece (36%), la baja productividad (28%), o su incapacidad reproductiva (36%), y es destinada al sacrificio prematuro en el matadero a la edad de tres o cuatro años.
Algunas personas aún creen que las vacas “dan” leche del mismo modo que el agua sale del grifo, siendo incapaces de comprender que las vacas tienen que parir una vez al año para seguir produciendo la leche que, al igual que la carne, también puede contagiar la enfermedad que produce el canibalismo involuntario al que son sometidas.
La ministra de Agricultura Renate Künast ha admitido la posibilidad de que la leche y sus derivados puedan llegar a contagiar la enfermedad, en línea con las afirmaciones del presidente de la Federación de veterinarios, Herbert Wohn, que teme que la leche en polvo de reconstitución, obtenida a base de grasa de vaca, pueda haber provocado varios casos de EEB, debido a que la leche se calienta a muy baja temperatura. También el Reino Unido, con una mayor incidencia de la epidemia, ha ordenado realizar un mayor número de test en la leche de vaca para establecer si los consumidores están amenazados por la infección.
Leche animal y leche vegetal
La leche -un producto altamente industrializado debido a su limitada conservación-, procedente de animales manipulados y mal alimentados, es un verdadero cóctel concentrado de antibióticos, hormonas (estrógenos), plaguicidas y micotoxinas, contaminado con sangre, bacterias y células blancas (pus), que puede sustituirse con ventaja por leches nutritivas de semillas vegetales como la leche de almendras, y de soja (entre otras), con una adecuada calidad biológica para el ser humano.
Problemas de la leche
Durante los últimos doscientos años nuestra adicción a la leche y sus derivados ha alterado tanto nuestra mente, nuestras funciones fisiológicas y nuestra salud, que la vida no se concibe sin la protección de la sanidad pública, cuya loable misión es tratar toda una serie de dolencias que no se producirían en una sociedad bien alimentada, con una abundante dieta vegetal. La rectificación de muchos errores dietéticos importantes basados en el consumo de productos carentes de fibra como la leche, la carne y el pescado, que a tantos cuestan la salud e incluso la vida, implica reducir gradualmente su consumo hasta eliminarlos por completo, respetando y siguiendo unas reglas básicas llenas de sentido común:
- Cuando la Naturaleza diseñó las glándulas mamarias para alimentar a las crías recién nacidas lo hizo con la intención de proporcionarles leche sólo temporalmente, teniendo en cuenta los intereses de la madre y el niño.
- La composición de la leche y las características de los alimentos están fisiológica y específicamente adaptados para cada especie.
- La leche que se forma dentro de las glándulas mamarias es estéril, con la intención de que sea consumida a través del pezón de la madre, pasando directamente al retoño sin ningún contacto con el aire contaminante y la acción destructora de la luz.
- La carne de vaca o de cualquier otra especie es un producto inadecuado para el ser humano que no está adaptado fisiológicamente para asimilar purinas y despojos animales, sin importar su origen o supuesta calidad.
Si aceptamos que somos lo que comemos y superamos la dependencia de los productos animales no adaptados a nuestras necesidades fisícas o fisiológicas, el veganismo es la vía más ética adecuada para disfrutar de buena salud y establecer una relación más sana y respetuosa con los animales y la Naturaleza.
Gallinas Ponedoras
Cuando los polluelos salen de los huevos en el criadero, los trasladan a una granja de ponedores o de engorde, dependiendo de su raza y sexo. Los gallos jóvenes no tienen ningún valor y se les mata con dióxido de carbono en una bolsa de plástico o son troceados. Las crías que destinadas a poner huevos, vivirán en un cobertizo con largas filas de jaulas echas de malla de alambre, con tres o cuatro pisos uno encima de otro. Los animales viven en pequeñas jaulas, cuatro pollos apretados juntos; las jaulas tienen unas dimensiones de 45x50 cm. (como un monitor de ordenador).
Ponen sus huevos en la malla de alambre y no pueden extender sus alas. Como consecuencia de estas condiciones de vida angustiosas, se dan picotazos los unos a los otros. Para evitar esto, les queman los picos sin anestesia. Los pollos carecen de una percha de gallinero y se les fuerza a un ritmo discontinuo dia/noche, para que pongan el máximo numero de huevos posible. Los pollos en batería viven durante aproximadamente un año, en ese tiempo han puesto unos 300 huevos y el único propósito para el que son destinados es la sopa de pollo. Puedes ver también fragmentos de video al respecto.
Fuentes: www.ivu.org/ave/vacas2.html
http://www.animalfreedom.org/espagnol/informacion/peores.html
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