lunes, 26 de noviembre de 2007

DIETA VEGETARINANA

¨Por qué ser vegetariano?


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Vegetarianismo es salud

Cuando un animal es matado, sus desechos –que normalmente salen del animal a través del torrente sanguíneo- quedan retenidos en su carne en descomposición. Los comedores de carne absorben los desechos tóxicos que hubieran sido excretados del cuerpo del animal en forma de orina. El Dr. Owen S. Parrett, en su escrito “¿Por qué no como carne?”, anota que, cuando se hierve un trozo de carne, los desechos aparecen como un extracto soluble que, al ser analizado químicamente, se parece a la orina.

La carne en las naciones industrializadas que practican la agricultura intensiva está cargada de preservantes: DDT, arsénico (usado en la comida del ganado como estimulante del crecimiento), sulfato de sodio (usado para darle a la carne su “fresco” color rojo) y DES, una hormona sintética que se sabe bien que es cancerígena. De hecho, las carnes incluyen muchos agentes que, o son cancerígenos o causan metástasis de células cancerígenas. Por ejemplo, en un kilo de carne a la parrilla hay tanto benzopireno como el que se encuentra en el humo de 600 cigarrillos.


Quizás el argumento más convincente para adoptar una dieta sin carne, por lo menos en lo que se refiere a la salud personal, es la innegable y bien documentada correlación entre el comer carne y las enfermedades al corazón. En Estados Unidos, la nación consumidora de carne más grande del mundo, una persona de cada dos morirá de enfermedades cardiovasculares o del corazón. Estas enfermedades son prácticamente inexistentes en culturas donde el consumo de carne es bajo. El Journal of the American Medical Association reportó en 1961 que “una dieta vegetariana puede prevenir entre el 90 y 97% de las enfermedades al corazón”. Ya que una dieta libre de carne disminuye la ingesta de colesterol, hay menores posibilidades de que se acumule grasa en el cuerpo y, así, la posibilidad de muerte provocada por un ataque al corazón o un infarto es menor. La condición conocida como arteriosclerosis es prácticamente desconocida en el mundo vegetariano. Según la Enciclopedia Británica, “la proteína obtenida de las nueces, granos e incluso los productos lácteos se definen como más puras comparadas con la de la carne de res, que contiene un 56% de agua impura”. Esa impureza no sólo afecta al corazón, sino a todo el organismo.


El comer carne nos está matando. Según Eat Right, Live Longer (1995), escrito por el Dr. Neal Barnard, “las dietas vegetarianas son mucho mejores incluso que aquellas que incluyen poca cantidad de productos animales. El National Cancer Institute adoptó un programa llamado ‘Cinco-al-día’, en el que animaba a los estadounidenses a consumir cinco porciones de vegetales y frutas al día. Éste fue un gran comienzo, pero también necesitamos un programa llamado ‘Cero-al-día’ para eliminar las carnes y los productos lácteos”. Actualmente, la conexión entre el cáncer y la ingesta de carne es bastante conocida, y John Robbins, en su popular libro Diet for a New America, cita a prominentes autoridades cuando escribe: “las dietas centradas en carne están asociadas con muchas clases de cáncer, destacando el cáncer al colon, seno, útero, ovarios, próstata y pulmones”. De otro lado, de las dietas ricas en los cuatro nuevos grupos de alimentos (granos, vegetales, frutas y legumbres), establecidos en 1991 por el Comité de Médicos para una Medicina Responsable, reemplazando los anteriores cuatro grupos de alimentos –a saber, carne, lácteos, granos y frutas y vegetales (¡increíblemente agrupados en una categoría única!)- se dice que previenen el cáncer. Esto está plenamente documentado en la excelente obra de Neal Barnard, Food for Life.

Según el Dr. T. Colin Campbell, uno de los investigadores claves en “The China Study” (el estudio de dieta y salud más grande jamás llevado a cabo), “en los próximos diez a quince años, una de las cosas que uno más va a escuchar es que la proteína animal… es uno de los nutrientes más tóxicos que hay…”. Él añadió que el riesgo de enfermedad crece dramáticamente incluso cuando una pequeña cantidad de proteína animal se añade a la dieta. Esto se entiende perfectamente cuando uno considera que la carne contiene aproximadamente catorce veces más pesticidas que la comida que proviene de plantas. Después de un tiempo, el cuerpo humano simplemente “se aburre” de tener que lidiar con estas toxinas, abandonándose a la enfermedad y, finalmente, a la muerte.


El National Heart, Lung and Blood Institute de los Estados Unidos estima que las enfermedades cardiovasculares fueron responsables de 954,000 muertes (42% del total) en 1993. También estimaron que el tratamiento de estas enfermedades costó a sus víctimas 126.4 mil millones de dólares en total. 72% de las muertes se debieron a la arteriosclerosis, enfermedad estrechamente relacionada con el consumo de carne. Tales descubrimientos se están dando a conocer cada vez más. Por ejemplo, en un artículo del 21 de noviembre de 1995 publicado en el New York Times, se daba evidencia muy elaborada del alto costo que estamos pagando por los problemas de salud relacionados con el consumo de carne. El Comité de Médicos para una Medicina Responsable, un grupo de 3,000 médicos, estimó que los costos anuales directamente resultantes de la dieta estadounidense, centrada en la carne, están entre los 23.6 y los 61.4 mil millones de dólares (sólo comparables a los costos de salud asociados al consumo de cigarrillos). Realmente estamos pagando altísimos costos por comer carne, tanto en términos de nuestra salud como en cuentas de hospital.

También está el tema de la Encefalopatía Bovina Espongiforme, conocida como la enfermedad de las “Vacas Locas”. Ésta es una condición en la que las vacas muestran una tortura mental nunca antes vista y luego mueren, una enfermedad terminal neurodegenerativa del ganado causada por proteínas tóxicas, virulentas y misteriosamente infecciosas llamadas priones. En 1996, unas 160,000 vacas fueron víctimas de esta enfermedad en Inglaterra. La EBE aún sigue atacando al ganado, aunque más controlada, ¿o más tapada por las empresas interesadas?

La evidencia mostró que la costumbre británica de mezclar la comida de las vacas con restos de ovejas, incluyendo sus huesos y cerebros, fue la causa de la aparición de esta epidemia. Esta aparente inoculación entre especies es lo que hace de todas las formas de encefalopatía espongiforme (se sabe que también afectan a otros mamíferos) un asunto tan preocupante. Más aún, ahora se ha teorizado que los seres humanos que comen carne de vaca serán las próximas víctimas de esta horrible enfermedad. Reportes recientes sugieren que cierta variación de la enfermedad de Creutzfeldt-Jacob puede ser la variante humana de la encefalopatía espongiforme. Severas pero aún conservadoras predicciones hablan de 500,000 británicos que morirían cada año con esta enfermedad debido a su anterior consumo de carne de vacas infectadas con la EBE. Las enfermedades basadas en priones suelen tener períodos de incubación que toman décadas, como el SIDA, así que todavía no hemos visto las consecuencias a largo plazo de esta epidemia. Mientras tanto, están apareciendo hace unos años en revistas médicas los primeros reportes de una variante estadounidense (una semana antes de escribir este artículo se presentó en Estados Unidos la primera muerte humana causada por la enfermedad de las “vacas locas”). Si esto no le da a los comedores de carne un “empujoncito” para cambiar su dieta, nada lo hará y habremos demostrado una vez más que el ser humano es de los pocos animales que no aprenden sus lecciones.


El cuerpo humano es una máquina compleja. Y, como toda máquina, algunos combustibles son más apropiados que otros para que funcione mejor. Los registros médicos de todo el mundo demuestran sin duda alguna que la carne es un combustible muy ineficiente para echar a andar la máquina humana y que eventualmente cobra un impuesto muy alto. Los esquimales, por ejemplo, que viven de la carne y el pescado, envejecen rápidamente. Su promedio de vida casi nunca supera los treinta años. Los Kirgeses, gente de la Rusia Oriental que alguna vez vivía casi únicamente de carne, raramente sobrevivían después de los cuarenta. Por el contrario, hay tribus como los Hunzas, que viven en los Himalayas, o grupos como los Adventistas del Sétimo Día, cristianos principalmente vegetarianos, que suelen vivir entre 80 y 100 años. Todos los investigadores han citado que el vegetarianismo que practican es la causa de su excelente salud y longevidad. Los indios Maya del Yucatán y la tribu Yemenita –de origen semita- también son conocidos por su excelente salud. En ambos casos, la poca carne en sus dietas o su práctica del vegetarianismo son las razones citadas por los estudiosos como la razón principal de su longevidad.

  • Por el Medio Ambiente

Problemas medioambientales de las explotaciones animales

A través del siglo XX, el crecimiento de la población y la creciente industrialización han tenido efectos devastadores en nuestro medio ambiente. El calentamiento global, la polución, deforestación, degradación de la tierra y extinción de especies son sólo algunos de estos efectos negativos. Las verdaderas consecuencias de una larga escalada de degradación medioambiental son aún impredecibles, pero hasta donde sabemos, el impacto de la humanidad sobre el resto de la tierra es la peor devastación medioambiental. Con cientos de millones de personas que no obtienen el alimento necesario para satisfacer sus necesidades básicas, y billones de personas que no tienen acceso a agua limpia y segura, es imperativo encontrar método sustentables para producir alimentos sin degradar la salud planetaria.

La agricultura es una de las ramas industriales más intensivas y más perjudiciales a nivel medioambiental. Esto implica para nosotros como individuos, que debemos examinar nuestros hábitos alimenticios y preguntarnos cómo son producidos y de dónde vienen los alimentos que consumimos. Los consumidores medioambientalmente conscientes están convencidos no sólo de los problemas de la producción industrial de carne, también de los problemas del empaquetamiento y conservación de los alimentos, el uso de pesticidas o los alimentos genéticamente modificados. Las prácticas de la agricultura, de este modo, está siendo altamente cuestionadas hoy en día por las personas de todo el mundo.


La producción mundial de carne se ha cuadruplicado en los últimos 50 años y la tasa de stock cárnico crece a una tasa mayor (3:1) que la población humana. Esto, naturalmente contribuye a aumentar los problemas medioambientales de la agricultura.

Un reporte firmado por la FAO (United Nations Food and Agriculture Organization), la USAID (US Agency for International Development) y el Banco Mundial concluyó que las granjas factorías “actúan directamente sobre la tierra, el agua, el aire y la biodiversidad a través de la emisión de basura y contaminantes animales, el uso de combustibles fósiles y la sustitución de las fuentes genéticas animales. Además, esto afecta la distribución global de la tierra, al repercutir sobre la tierra cultivable para satisfacer las necesidades de alimento concentrado para el ganado. Las emisiones de amoníaco de los almacenes de desechos de excretas localiza la acidificación de la tierra y la contaminación local de aguas y tierras.”


De este modo, podemos agrupar los sectores de responsabilidad medioambiental de la industria cárnica y láctea en problemas energéticos, problemas de los suelos cultivables y problemas en el agua.

  • Por Solidaridad

Hambre en el mundo

“El mundo debe crear cinco billones de veganos en las próximas décadas, o triplicar la cantidad de granjas factorías pero sin hacer uso de más tierras.” Dennis Avery, director del Centro para Global Food Issues.

La FAO estima que existen cerca de 840 millones de personas desnutridas. Esto es el 14% de la población humana. Cerca de 25.000 personas mueren a diario por enfermedades asociadas al hambre. Cada año 6 millones de niños menores de 5 años mueren por el hambre y la malnutrición (ello es igual a la cantidad total de población infantil de Francia e Italia, juntos). Con una expectativa de crecimiento global de la población de 6 billones a 9 billones de personas para el año 2050, una de las más urgentes cuestiones que encaramos ahora es cómo nosotros –como especie—nos alimentaremos en el siglo XXI. Todo un problema ético y de justicia social.


La disponibilidad de la tierra es una de las variables en la producción de alimentos. La tierra tiene áreas limitadas de viabilidad agrícola, por lo que cómo usamos esas áreas es un punto central para determinar la manera en que alimentaremos al mundo. Hasta el momento, el problema no es la falta de tierra –la cantidad actual de terrenos cultivables es suficiente para producir alimento para una población de 8-10 billones de personas—sino la mala distribución de éstas. Pobreza, falta de poder, guerras y corrupción conspiran para asegurar un desigual acceso a los alimentos. Además, el estilo de vida occidental –y particularmente la alimentación y la dieta—pueden jugar un rol importante en la mala distribución de los alimentos y la falta de equidad en la distribución de la nutrición. Somos nosotros los responsables de las muertes por hambre en un mundo que da suficientes alimentos para todos.


“En esta era de abundancia global, ¿por qué el mundo sigue tolerando las hambrunas y la deprivación de más de 800 millones de personas?”. Jacques Diouf, Director General FAO.
¿Qué pasa con el ganado?


El stock vivo de producción mundial cárnica excede los 21 billones de animales cada año, lo que es más de tres veces y media la población mundial. Además, el crecimiento de los animales toma más de 2/3 de la tierra agrícola, y 1/3 del área global cultivable. Esto es aparentemente justificable porque no sólo se consume la carne de éstos animales, sino además sus subproductos y otros productos, como huevos y leche, por lo que los animales de granja nos proveern de una fuente alimenticia extra que también necesitaríamos. O eso es, al menos, lo que la agroindustria nos quiere hacer creer. De hecho, los animales de granja están siendo cada vez más alimentados con granos y cereales que pudieran ser consumidos directamente por los humanos. O son criados en tierras que podrían ser cultivadas con alimentos que irían directamente a los humanos, en vez de convertirse en pienso para el ganado (las aves, los peces...).


En el año 1900, sólo el 10% del total del grano mundial estaba destinado a la alimentación animal; en 1950 creció a un poco más de 20%, para llegar a un 45% en las primeras décadas de los '90. Hoy, más del 60% del grano se usa para alimentar al ganado.


Este uso de la cosecha mundial de granos podría ser aceptable si la producción mundial de alimentos no estuviera manchada por el hecho de que la producción de carne y lácteos es notoriamente ineficiente energéticamente hablando. Todos los animales usan la energía de la comida para moverse, mantener su temperatura y su funcionamiento fisiológico. Esto significa que sólo un pequeño porcentaje de la energía obtenida del pienso es convertida en carne o lácteos. La estimación de los niveles de eficiencia varía, pero en un estudio reciente, el prof. Vaclav Smil, de la Universidad de Manitoba (Canadá), calculó que el ganado de carne alimentado con granos puede convertir un 2,5% de su energía en alimento para consumo humano. La estimación de la conversión de proteínas era un poco más eficiente, con menos de un 5% de las proteínas convertidas en alimento apto para los humanos.

Este ejemplo es el extremo de la baja eficiencia alimenticia, pero incluso el más eficiente –la leche—representa un desperdicio de tierra agrícola. El prof. Smil calculó que las vacas lecheras más eficientes convierten entre 55 y 67% de su energía en energía láctea.


La eficiencia también puede ser medida en términos de la tierra que se requiere para producir una caloría cárnica. Cuando Gerbens-Leenes et al. Examinaron el uso de la tierra para alimentación en Holanda, encontraron que el ganado requería el máximo de tierra por kilógramo, y que los vegetales requieren mucho menos. Por ejemplo, una dieta vegana encuentra las calorías y proteínas que necesita desde 300 metros cuadrados plantados con patatas. Una dieta más variada, con vegetales y frutas, granos y legumbres, puede requerir de 700 metros cuadrados. Reemplazando un tercio de estas calorías por las obtenidas de leche y huevos, se dobla la cantidad requerida (1.400 metros cuadrados). Una típica dieta europea omnívora requeriría de cinco veces la superficie de una dieta vegana (1.500 metros cuadrados).

  • Por los animales

Fuentes: http://www.haztevegetariano.com/modules.php?goto=Svst162_492

http://www.haztevegetariano.com/modules.php?goto=Svst126_947

http://www.haztevegetariano.com/modules.php?goto=Svst244_952

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