domingo, 25 de noviembre de 2007

CONSECUENCIAS DEL CONSUMO DE CARNE TANTO EN EL MEDIO AMBIENTE COMO EN EL SER HUMANO

Consecuencias del consumo de carne en el ser humano

Los seres humanos utilizan grandes cantidades de animales para la comida por el valor de las proteínas de la carne.

Los efectos de estas proteínas pueden, sin ninguna duda, ser vistos en la agresividad, violencia, odio e insensibilidad moral: se puede decir, por tanto, que la carne tiene un efecto negativo en el comportamiento humano.

Los vegetarianos, por otra parte, construyen las bases para una actitud de tolerancia, ternura, sociabilidad y un espíritu de compartir. Los expertos en contra del uso de las proteínas de la carne cuentan con el apoyo de la química de los neurotransmisores y de la neurobiología, dos disciplinas científicas que explican cómo estas comidas pueden causar determinados comportamientos humanos. Como resultado podemos actuar con mucha seguridad en nuestra elección de la comida, qué elegir y qué evitar. Entre otras cosas, debemos rechazar la idea de que la violencia es innata en los humanos: nadie nace agresivo o demonio, pero podemos llegar a serlo comiendo carne.


Comer grandes cantidades de proteínas animales tiene un gran efecto en el comportamiento humano. Generalmente, por naturaleza, los animales carnívoros son fieros y agresivos, mientras que los no carnívoros son tranquilos y sociables. Otra cosa que puede ser vista fácilmente es la reducción gradual de la agresividad en seres humanos en cuanto cambian de una dieta que contiene grandes cantidades de carne hacia otra excluyendo comidas altas en proteínas, especialmente carne. Es también conocido que los perros, aunque son carnívoros por naturaleza, mantienen la guardia y atacan extraños con más efectividad si se les ha alimentado con grandes cantidades de carne en lugar de la ración normal. De manera similar, en tiempos de guerra, cuando los hombres tenían que tomar parte en acciones militares de alto riesgo, tenían que darles grandes raciones de carne, de manera que la carne era utilizada como una droga para el desarrollo de la agresividad, violencia e insensibilidad moral.


El eslogan ‘carne igual a energía’ es utilizado por aquellos que quieren justificar el comer carne, porque esta sociedad, basada en la competencia, libre y desencadenada competición y escalada social, exige que llevemos un ceño fruncido agresivo que nos ayudará a triunfar en el mundo, a ganar nuestra lucha en la vida.


Estas breves referencias socio biológicas nos permiten ya exponer con seguridad que la carne tiene efectos negativos en el comportamiento humano. Podemos decir esto porque, como todo el mundo puede ver, los seres humanos están influenciados de buena manera por factores del medio ambiente, especialmente la dieta, una verdad importante sintetizada por el gran Ludwig Feuerbach tiempo atrás en 1855, cuando dijo, ‘Der Mann ist vas er isst’. (‘Un hombre es lo que come’). Pero, más de un siglo antes, en 1728, un distinguido experto italiano, Bartolomeo Beccari (médico, farmacéutico y profesor de Química en la Universidad de Bolonia) pronunció la frase, Quid alius sumus, nisi it unde alimur? (‘¿Qué somos nosotros sino lo que comemos? ’) expresando lo mismo que Feuerbach dijo más tarde.


No fue una casualidad que estos dos grandes pensadores fueran vegetarianos. Beccari, entre otras cosas, descubrió el gluten y las isovalencias entre proteínas vegetales y animales. El hombre no es sólo un conducto alimentario que rellenar con comidas variadas, sino un ser pensante cuyo cerebro, como cualquier otra parte del cuerpo, debería nutrirse con el material necesario para su metabolismo que es repartido por el sistema sanguíneo. Y como mucha de la comida que comemos está producida por una industria alimentaria preocupada sólo por el beneficio, sin ningún respeto por nuestras necesidades dietéticas reales, podemos decir que, igual que la medicina ortodoxa está condicionada y financiada por la industria farmacéutica, lo que se entiende como ‘la ciencia de la nutrición’ está por completo en manos de la industria química alimentaria.


Esta es una industria que busca principalmente vender comidas preparadas poco nutritivas, especialmente aquellas basadas en proteínas de la carne, con la poderosa ayuda de los medios de comunicación.


La actividad eléctrica del cerebro tal y como muestra un electroencefalograma nos ha enseñado que las dietas vegetarianas provocan ondas alfa, las cuales indican un estado de relajación neuromuscular no sólo del cerebro sino también de todo el cuerpo. Leadbeater sostiene que esta investigación científica demuestra la acción beneficiosa del vegetarianismo en el comportamiento, además promociona un sentido de bienestar ‘análogo al estado de meditación en las verdades más profundas’.


Esto es porque a través de los siglos la gente más inteligente, más cultivada, más abierta y más tolerante en el mundo han sido vegetarianos, en todos los campos del conocimiento: ciencia, filosofía, arte, literatura, medicina, etc.


En conclusión, mientras que el vegetarianismo favorece las facultades del conocimiento más alto, los cadáveres las reducen, fomentando comportamientos peligrosos para los individuos y la sociedad, y reduciendo los niveles de serotonina. Una comida que contenga muchas proteínas de carne reduce los niveles de triptófano en el cerebro, y lleva a la agresividad, ansiedad y propensión a la pelea; mientras que si confiamos en los frutos de la tierra y seguimos los principios vegetarianos, más positivo será nuestro comportamiento. Nuestra elección del alimento, entonces, influye en nuestro comportamiento y nuestras emociones.


Esto es lo que el Dr. Rossi dice, y la confirmación experimental de esto llega de John Fernstrom y Richard Hurthman, biólogos del Departamento de Nutrición y Ciencias Dietéticas en el Instituto Tecnológico de Massachussets. La serotonina tiene, de hecho, una capacidad particular para causar somnolencia.


El profesor Carlo Sirtori, un distinguido clínico y científico, ha sacado a la luz cómo el comer carne lleva a la agresión en los humanos, porque el fósforo y el calcio que se encuentran en la carne son de proporción 50:1. El comer carne lleva a un exceso de fósforo que no es natural para los humanos, cuya leche contiene una proporción fósforo-calcio de 1:2. Sirtori comenta que este hecho lleva a un descenso de los niveles de calcio, provocando un comportamiento irritable y agresivo, y, a veces, convulsiones en niños pequeños.


Durante la guerra del Golfo en 1992, a los soldados americanos que se preparaban para la acción, les fueron suministrados 50.000 pavos más de lo normal, raciones abundantes de carne. La razón: ‘Son soldados y tienen que comer mucha carne’. En otras palabras: ‘Tienen que atacar, y la carne ayuda a hacerlos agresivos’. Finalizaré mi discurso citando las conocidas palabras del filósofo Jacobo Moleschott, quien confirma la influencia de la carne en la agresividad: ‘Mientras el irlandés sea alimentado con patatas, será sometido por el inglés que come filete y rosbif’.


Problemas Medioambientales de la Producción de carne

La producción mundial de carne se ha cuadruplicado en los últimos 50 años y la tasa de stock cárnico crece a una tasa mayor (3:1) que la población humana. Esto, naturalmente contribuye a aumentar los problemas medioambientales de la agricultura. Un reporte firmado por la FAO (United Nations Food and Agriculture Organization), la USAID (US Agency for International Development) y el Banco Mundial concluyó que las granjas factorías:

El stock vivo de producción mundial cárnica excede los 21 millones de animales cada año, lo que es más de tres veces y media la población mundial. Además, el crecimiento de los animales toma más de 2/3 de la tierra agrícola, y 1/3 del área global cultivable. Esto es aparentemente justificable porque no sólo se consume la carne de éstos animales, sino además sus subproductos y otros productos, como huevos y leche, por lo que los animales de granja nos proveen de una fuente alimenticia extra que también necesitaríamos. O eso es, al menos, lo que la agroindustria nos quiere hacer creer.

De hecho, los animales de granja están siendo cada vez más alimentados con granos y cereales que pudieran ser consumidos directamente por los humanos. O son criados en tierras que podrían ser cultivadas con alimentos que irían directamente a los humanos, en vez de convertirse en pienso para el ganado. En el año 1900, sólo el 10% del total del grano mundial estaba destinado a la alimentación animal; en 1950 creció a un poco más de 20%, para llegar a un 45% en las primeras décadas de los '90. Hoy, más del 60% del grano se usa para alimentar al ganado.

Este uso de la cosecha mundial de granos podría ser aceptable si la producción mundial de alimentos no estuviera manchada por el hecho de que la producción de carne y lácteos es notoriamente ineficiente energéticamente hablando. Todos los animales usan la energía de la comida para moverse, mantener su temperatura y su funcionamiento fisiológico. Esto significa que sólo un pequeño porcentaje de la energía obtenida del pienso es convertida en carne o lácteos. La estimación de los niveles de eficiencia varía, pero en un estudio reciente, el prof. Vaclav Smil (U. de Manitoba, Canadá) calculó que el ganado de carne alimentado con granos puede convertir un 2,5% de su energía en alimento para consumo humano. La estimación de la conversión de proteínas era un poco más eficiente, con menos de un 5% de las proteínas convertidas en alimento apto para los humanos.

Este ejemplo es el extremo de la baja eficiencia alimenticia, pero incluso el producto más eficiente –la leche— representa un desperdicio de tierra agrícola. El prof. Smil calculó que la eficiencia energética de las vacas lecheras es de entre 55% y 67%.
La eficiencia también puede ser medida en términos de la tierra que se requiere para producir una caloría cárnica. Cuando Gerbens-Leenes et al. examinaron el uso de la tierra para alimentación en Holanda, concluyeron que una dieta vegana encuentra las calorías y proteínas que necesita desde 300 metros cuadrados plantados con patatas. Una dieta más variada, con vegetales y frutas, granos y legumbres, puede requerir de 700 metros cuadrados. Reemplazando un tercio de estas calorías por las obtenidas de leche y huevos, se dobla la cantidad requerida (1.400 metros cuadrados). Una típica dieta europea omnívora requeriría de cinco veces la superficie de una dieta vegana (1.500 metros cuadrados).

Nadie sabe realmente cuántas especies habitan en la Tierra. Se estima una tasa de 2 millones a 100 millones de especies diferentes, pero los expertos optan por acercarse a una cifra de 10 millones. De éstas, sólo 1.4 millones han sido nombradas y clasificadas, y sólo un pequeño porcentaje de éstas han sido estudiadas en detalle1.


La lista roja de la Unión de Conservación Mundial muestra que un 18% de todos los vertebrados clasificados en el 2002 están en peligro de extinción. Esto incluye un 24% de mamíferos, 12% de aves, 25% de reptiles, 21% de anfibios y un 30% de peces. Un 49% de las plantas clasificadas en el 2002 están en extinción. Se estima que la tasa anual de pérdida de especies fluctúa entre 1.000 y 10.000 veces más alta que la pérdida natural de éstas. Estadísticas como éstas han hecho pensar a muchos cientistas medioambientales que estamos en un proceso de extinción masiva de especies.

Esto es extremadamente preocupante por una serie de razones. Creamos o no que las especies tiene un valor intrínseco, no podemos negar que la pérdida de un gran número de especies puede tener serias consecuencias en la producción de alimentos, la sustentabilidad medioambiental y el futuro de los avances médico-biológicos; así como tener efectos globales a nivel ecosistémico. La pérdida de biodiversidad también tiene un serio impacto en las poblaciones indígenas que dependen de la existencia de muchas y variadas especies para su sobrevivencia.

En un reporte comisionado de la FAO, se argumenta que la producción industrial de carne contribuye a la pérdida de especies a través de su
“demanda de concentrados alimentarios, que cambia el uso de las tierras y acentúa los monocultivos. La producción de granos, particularmente, suma stress a la biodiversidad a través de la pérdida de hábitats y los daños al funcionamiento de los ecosistemas.”
La destrucción de los hábitats es de por sí solo un importante factor en la pérdida irrecuperable de especies. La deforestación, degradación de la tierra y el cultivo intensivo de tierras representan destrucción de ecosistemas y pérdida masiva de la biodiversidad.

La selva tropical, aunque cubre solamente un 10% de la superficie total del planeta, contiene cerca de 90% de todas las especies –muchas de las cuales nunca han sido estudiadas—. La destrucción total del medio ambiente selvático para cultivar pienso para el ganado y la alimentación de animales de granja contribuye directamente a la pérdida de biodiversidad.
Otros factores que aumentan la vulnerabilidad de las especies son la polución, el cambio climático, la sobrexplotación y la introducción de especies no autóctonas en los ecosistemas. Todos estos factores se relacionan directamente con la producción industrial de carne.
“Las raíces de la crisis de la biodiversidad no están “ahí afuera” en la selva o la sabana, sino que están introducidas en nuestros estilos de vida.”

Fuentes :http://www.ivu.org/spanish/congress/euro97/consequences.html

http://ecosofia.org/2006/10/problemas_medioambientales_de_la_produccion_de_carne.html

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